La gala del Metropolitan Museum de Nueva York nos ha dejado bastantes estilismos desafortunados. Esta lista consideramos que debe
encabezarla Alexa Chung, por tener el mal gusto de superponer un vestido de
cuero sobre una blusa blanca. De lo más horrible de la noche. La perdonaríamos
si hubiera ido sin la blusa por debajo, a pesar de que el vestido es horrible
de por sí, pero esta combinación no tiene nombre.
Otra que merece ir en cabeza de
este ranking es Florence Welch, que se atrevió a salir a la calle con este
diseño de Alexander McQueen, que solo se nos ocurre describir como un “volante
andante”.
Por su parte, Kirsten Dunst se
disfrazó de alemana de los años 50 con este modelo compuesto por falda larga de
tubo y americana a juego en tono naranja, de Rodarte. Quién sabe, igual salió
así de algún rodaje ambientado en esa época. Solo así tendría sentido este
estilismo.
Hubo más disfrazadas en la noche.
Por ejemplo, Sarah Jessica Parker quiso ataviarse cual mesa camilla con este
Valentino con estampado de flores rosas sobre fondo blanco roto. Muy casa de la
pradera, muy primaveral, pero poco glamouroso. Una vez más, un vestido más o
menos bonito pero que no pega para un evento de estas características.
Una que parecía salida de un
anuncio de colonia fue Scarlett Johansson. Su Dolce & Gabbana no solo está
más visto que el tebeo (esos diseños ceñidos hasta la cadera, desde la que sale
una falda de tul están ya muy manidos), sino que el escote hombros caídos
parecía, nunca mejor dicho, que se le fuese a resbalar de un momento a otro.
Por no hablar del peinado, que parecía recién salida de la ducha. Vestido
hortera que le sentaba, además, fatal.
Sin embargo, una de las que más
llamó la atención fue Anja Rubik. Su atuendo, compuesto por un diseño de Anthony Vaccarello en color
blanco, hubiera pasado sin pena ni gloria sino fuera por el “detalle” de la
enorme “raja” que evidenciaba que no llevaba ropa interior. He aquí un ejemplo
de horterada y ordinariez en un solo vestido.
Volviendo a los disfraces,
Christina Ricci quiso ir de caja de bombones, con un diseño color nude y negro
calado de Thakoon Panichgul con un maxi lazo a todas luces excesivo.
Heidi Klum llevó un vestido de
Escada, en encaje azul, cuyo principal fallo es el horrible efecto que hace el
ver por debajo un minivestido o un miniforro, como prefiramos verlo. Si llevas
encaje, que el forro cubra el interior de todo el vestido, por favor. Si no,
parecerás un saco de patatas, como en este caso. El mismo efecto horrible le
sucedió a Rooney Mara, con su Riccardo Tisci asimétrico.
Y hubo también espacio para
Halloween. Mary Kate Olsen se vistió de Morticia Adams con una especie de saco
negro de The Row. Horrenda.
Otra discípula de Morticia Adams fue Lana del Rey, que se enfundó una cota de malla (en realidad eran lentejuelas plateadas) que combinó con una capa negra y un maquillaje fúnebre sobre su pálida piel.
Beyoncé se pasó de revoluciones con un Givenchy más propio para los Oscar que mezclaba transparencias,
azabaches, encaje y plumas. Impresionante pero excesivo. Una pena.
Lamentablemente, tenemos que citar
en esta lista a Gwyneth Paltrow, que acudió con un vestido corto de Prada color
lavanda, escote halter y espalda al aire. Gwyneth, nos gustas más de largo y
cuando enseñas menos. Vas más elegante.
Kristen Stewart, de Balenciaga, con un vestido corto
que parecía hecho de retales y que aderezó con unos horripilantes zapatos, y
Liv Tyler, a la que le sentaba fatal su Givenchy negro. Le apretaba demasiado
la zona del vientre y hacía un efecto horrible.
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